20.5.04

No más

-Sólo me gustaría decir que en este momento no hay nada más que decir- dije.
-Pues entonces no digas nada- dijiste.
-Guardaré silencio entonces- respondí.
Así fue, callé por cuatro minutos y medio, me precieron una eternidad, pero al fin me venció esa indiferencia que me mata.
-Nada más que decir?- pregunté.
-Absolutamente nada- contestaste.
-Entonces me voy contigo, pero... me permitirías despedirme?- dije.
-Pero espero que no te extrañen más si te despides; es peor de ese modo, si los dejas con la duda de "¿Habrá pensado en mí antes de irse?" es mucho mejor, te recordarán con más frecuencia, al menos el primer año de tu ausencia- replicaste.
-Está bien, vámonos ahora que nadie nos ve- exclamé.
Así emprendimos el viaje, algo turbulento al principio, pero indoloro, la ingravidez se siente extraña pero a la vez mal, es un paso como entre estar dentro del agua y a la vez estar con pesas en los pies. Nunca había sentido una sensación tan extraña, pero hoy fue el día.
Me quedé meditabundo, profundamente pensando en qué parte me había perdido y dolía más de mi pasado, las oportunidades se habían terminado y me hallaba ahí, como encima de una colina y con una rara vestimenta que me recordaba las fiestas antiguas que nunca más celebraría, ahora ya estaba DENTRO de la celebración, era una espesura totalmente oscura, sin más.
-Entonces así se siente cuando te mueres?- me atreví a preguntar al fin.
-Sí, pero te traje dormido, porque la quemazón del cuerpo es lo peor- me dijiste sin vacilar.
-Y ahora qué? hay algo que hacer aquí?- dije.
-En realidad ahora se trata de no pensar en vivir, se trata de acostumbrarte a estar así, con nada y en la nada- me contestaste.
Crucé los brazos y miré alrededor, no podía ver más allá de mi nariz, agucé la mirada pero ni aún así, ni siquiera podía ver esas sombras que solían asustarme cuando entraba en un cuarto a oscuras. Me quedé así, viendo lo perdido y que jamás podré recuperar.

Uno nunca sabe...