30.3.04

Ligereza (para mi amiga Lala)

Una taza humeante sobre la mesa pequeña y sucia, las manos temblorosas, ávido el ser del tranquilizante que proporciona el líquido vaporoso, sentir espeso cada mililitro bajando por la garganta, aliviando el dolor no de inmediato, pero sí haciendome consciente de que lo hará.

Rara vez me había sentido así, afortunadamente esta ocasión encontré la solución perfecta para curarme, sin miramientos, sin concesiones de ningún tipo; sólo crudeza albergada en lo más profundo de mi corteza cerebral, vagos sonidos de guitarras y gaitas me llevaban a pensar más mi cuestión.

Ahí me hallé, bebiendo mi café con mi demencia...

No pude esperar más, hoy es mi cumpleaños y ya tuve mi mejor regalo, sólo resta esperar, no hay más que hacer, ya no aguantaba nada más. Lo lamento, me tuve que beber ese café endulzado con cianuro.

La vida me estaba matando...

Uno nunca sabe...