11.4.05

Rage.

Así lo era, una ira inmensa entrando por mis ojos; la nítida imágen siendo desvanecida por las lágrimas que hacen perder toda visión y, por ende, toda capacidad visual. Cuando sucedía esto, seguro estoy de que te ausentabas por enésima ocasión de tu casa, seguro estoy que no dabas un comino por aparecerte junto a mí, de alguna manera ayudarme y liberarme de este dolor, esta amargura que transformaba lo que soy en lo que más temí, al menos hasta ahora.

Iracundo, explotando desde el interior, buscando la forma de olvidar y hacer pasar por bueno todo lo equivocado que estaba. Trataba de justificar mi vida basándola en hechos tontos, pero en eso quedó, un intento por justificarla. nadie estaba aquí, nadie nunca lo estuvo y cuando por fin la razón terminó por perderse, todos pretendieron visitarme, todos pretendieron añorar los días pasados en los que la maravillosa vida (si es que alguna vez ha sido maravillosa) daba para todos una sonrisa en los labios y rubor en las mejillas.

Nada aún para esta parte del universo, ni una señal que indicara la verdadera razón de estar vivo todavía, nada más que extrañeza plasmada en los ojos de las miles de personas que caminaban por las calles en este día, día bastante especial que llenaría las expectativas de mucha gente que podía estar en casa relamiéndose ante la inminente participación que tendrían en el destino de un pequeño habitante más de la civilización. Una participación más inactiva, pero latente, tan poderosa como el incesante palpitar que volvería loco a la primera oportunidad a quien dejase de creer en la realidad... yo.

Un corazón deshecho que vagaría buscando por un rincón en que lo mantuvieran a salvo, una sola oportunidad de salir del lodo y mugre que lo atoraba y hacía caer una y otra y otra vez, removiéndolo de la musicalidad verdadera de la vida misma que no lo aceptaba en su ritmo interminable. Hace mil ayeres que todo era felicidad, hace mil ayeres que la normalidad había perdido un significado y se transfiguraba en otro, hace mil ayeres que no me daba por vencido... hace mil ayeres que este corazón estaba desahuciado.

Y la ira continúa, creciendo y haciendo cada vez mayor la posibilidad de estallido, y la ira que continúa almacenando el material que habrá de expandirse y ocupar al fin su original sitio, parece una mentira, pero es verdad que las cosas sólo dan vueltas y después completan un ciclo.

Uno nunca sabe...