24.12.06

Whiskey & Guacamole.

Nada como un sábado en el que no hay nada que hacer, sin que sienta la navidad porque me estoy volviendo insensible hasta al dolor de mi pobre madre, quien cada día está más próxima a la operación de columna vertebral. No siento la fiesta cerca y quiero querer y que me quieran, pero no hay alguien que esté dispuesta a hacerlo, en gran medida es culpa mía, por echar a perder las cosas que tenía y decidir mandar todo al demonio de un día para otro.

Me fue irresistible beber una buena porción de whisky (sin marcas, no me gusta mucho eso de la presunción) cuando me senté a comer con mi awela unos deliciosos tacos placeros de chicharrón carnudo. Un día antes de la víspera de navidad, escuchando a mi hermano canturrear Noche de paz y huyendo de los rezos de la posada, solamente regresé para probar los guisados que dieron después de cantarle a las figuras de yeso y pintura. Gracias navidad por la deliciosa comida, creo que este año no tengo mucho más que agradecerte. Estoy escribiendo sobre la navidad que no estoy sintiendo.

Debo ir en la noche a casa de la señora que es madre del esposo de la mía, abuela de mi hermano. No quiero. No quiero ir porque sé que ella me va a jalar el cabello y me va a tratar de meter en la cabeza que la música no me va a llevar a ningún lado y que tengo una pinta de malviviente que apenas puedo con ella. Yo sólo podré contestarle que me bañé en la mañana y salirme rápido a tratar de regresar a casa, preferiría pasar mi navidad en la calle, preferiría pasar la navidad tocando la batería y desgañitándome. Algunos de mis amigos ya recuperaron la felicidad.

Hace unas semanas ví que Tom y Jerry se llevaban muy bien, ¿a quién se le ocurrió que sería mucho mejor si trataban de matarse entre ellos?, era mejor verlos pasear en el parque y que Tom ayudara a Jerry porque un águila lo confunfió con su polluelo. Malditas épocas que buscan cada vez más violencia y me incitan a traer navajas en los bolsillos, pistola en la guantera y pasear con un bat de béisbol. Maldita época que me obliga a comer mucho más de lo que mi cuerpo necesita y a pensar en los demás sin el sentimiento asesino que, por lo común, me invade.

Por lo menos celebraré esta noche dejando las armas en casa y sin asesinar personas, al menos esta noche.

Uno nunca sabe...