23.6.04

Insistencia y piel

Nacía la noche y me dijiste adiós, la flecha estaba lanzada al aire y a punto de caer. Quería desaparecer y unirme a la gran marcha en la oscuridad que se dirige hacia el lugar de perdón o perdición, quería unirme a la lluvia y escurrir hasta donde nadie pudiera ver y elevarme hacia el fin.

Blanca nube de vapor denso y colores deslumbrantes me envuelve. No sé si podría decir que esto es el cielo o el infierno, ¿Cómo explicar que el cielo es contigo y el infierno es cuando no estás aquí? Nada seguía en pie después de que explotaste y me dijiste adiós.

Tarde ya, tal vez demasiado, no sé que sucederá mañana; no sé si quiero saber qué sucederá. Las cosas no han sido las mismas y yo tampoco lo he sido. Tal vez mañana sabré.

Pronto la duda se disipó y solamente se apareció una negra tela y lo peor fue que no hubo ni duda ni certeza, solamente el deseo de seguir adelante, sabiendo que había un precipicio al frente de mi.

Uno nunca sabe...

14.6.04

Apariciones.

Vivimos en el mismo tiempo y no nos conocimos, fuimos tantas veces a los mismos lugares y nunca nos encontramos, viajamos varias veces en la misma dirección, incluso en el mismo transporte y aún así nunca nos vimos las caras. Que coincidencia tan extraña.

Ni tu ni yo aprendimos a bailar, no nos gustaba la música bailable, yo prefería ir a vacacionar a la montaña, mientras tú gustabas de exactamente lo mismo, pasamos noches heladas en el mismo sitio acampando, pero no nos atrevimos a preguntarnos los nombres por simple miedo a la oscuridad y a salir sin lámpara al bosque.

Es tan extraña esta relación que nunca tuvimos, en la que nos amamos locamente y tratamos de salir adelante siempre. Resulta ser lo mejor del mundo, y nunca sucedió, parece ser una especie de reflejo en el agua oscura, débilmente iluminada por la luz de la luna en una noche clara, de esas noches en las que nos encantaba pasear tomados de la mano, sin decirnos una palabra, solamente disfrutando el contacto y dejando fluir el calor de un cuerpo al otro. Que extraño que esto nunca haya pasado.

El tiempo seguía adelante y no podíamos estar juntos más, la avenida estaba como siempre, vacía y sucia, un abrazo lentamente terminado y un ligero roce de labios que indicaba la imposibilidad de llegar más que a un anhelo de contacto. Nunca pasará.

Uno nunca sabe...

6.6.04

Hoy

Hoy me levanté, lavé mi cara, me vestí y salí a la calle, caminaba en dirección hacia la avenida principal, cuando me encontré de frente contigo, platicamos largo rato (no quisiera citar todo, porque hablamos de tantas cosas que me sería imposible hacerlo), entre holas y adioses, además de preguntas y respuestas vagas, transcurrió un muy buen tiempo. Cuando me di cuenta, era hora de regresar a casa, hacer las tareas y conseguir algo de comer, pero al intentar despedirme, no lo pude hacer, ni podía moverme, además hacía rato que no notaba que mi respiración había cesado; no hallaba la razón de esto, pero volví a probar suerte.
Aparecía como pegado al suelo, sin oportunidad de huir, sin un solo momento en que pudiera alejarme. Estaba allí, quieto, con el pánico haciendo latir mi corazón tan fuerte que esperaba que en cualquier momento saltara de mi boca o rompiera una costilla y cayera en el concreto. Un grito ahogado salió de mi garganta; ahí fue cuando desperté.
La violencia del despertar me hizo saltar de mi cama, pero unas tiras me mantuvieron pegado a ella. Mi cuarto esta mañana está muy raro, hay demasiado blanco y las paredes son de colchón, la puerta no está donde siempre y además, por la rendija se asoma un raro señor... Desperté esta mañana, pero no daba con mi posición.

Uno nunca sabe...

2.6.04

Lejos

Del otro lado del mundo, en otro continente, en el lado opuesto de tu continente, en otro país, del lado contrario del país donde vives, en el siguiente estado, en el siguiente municipio, en el siguiente pueblo, en la siguiente cuadra, del otro lado de la calle, en la siguiente casa, en el otro cuarto, a dos pasos, siempre lejos, siempre inalcanzable.

Corro lo más rápido que puedo, pero no llego a donde estás, me lanzo rápidamente, contesto el teléfono en cuanto suena, me la paso como zombie en las noches esperando a que marques a mi número, ¿Cuándo lo harás?

Trataba de encontrarte ayer, caminaba bajo la lluvia, entre la masa de paraguas y gabardinas negras; preguntaba a cada persona que me topaba, pero nadie me quería responder. No había manera de hallarte.

Hoy fue diferente, un señor gordo me dijo que si de verdad te quería ver frente a frente, la cosa era sencilla; para empezar tenía que conseguir cierto número de pastillitas, seguido de un líquido bastante espeso de marca comercial, y para finalizar podía filetear un poco de carne, que así ya te encontraría rápido.

Antes de dormir lo intentaré...

Uno nunca sabe...

1, 2, 3, 4

Avanza lentamente contra la pared y nunca te recargues en ella, nada es lo que parece. Mañana se supone que sería otro día, que no extrañaría a mis amigos, que no sentiría el dolor de la partida, que dejaría de soñar despierto; no es así. Hoy amaneció y extrañé más que nunca a todo el mundo, repentinamente sentí la necesidad de ver a mis hermanos, sentí la hiriente entrada de los rayos del sol a mis pupilas al abandonar los plácidos brazos del sueño, de alguna manera me ví quemando la ciudad.
Hice como que me iba, como que me regresaba y nada surtió efecto. Déjame seguir soñando despierto, déjame estar aquí un rato y mirarte, dime que las cosas son fáciles por el puro placer de hacerlo, no me niegues el mañana.
Olía la tierra mojada, pisaba la grava suave y disfrutaba los sonidos, cuando me caí. Intensidad blanca y movimiento contínuo eran cosas diarias, ahora sólo queda la distorsión benigna de la pintura derramada en un trozo informe de madera.
Nada dura para siempre, ¿Eso es algo que te sorprende? Las cosas pueden ser eternas, siempre y cuando sean verdaderas. Antes de que comenzara, me hice la pregunta diaria: ¿Qué hago aún aquí? Las lágrimas se me salieron y preferí seguir durmiendo.

Uno nunca sabe...