29.9.09

Ahora te reto!

Cuando estaba tirado nunca hubo nadie que me ayudara a levantar. Nunca hubo alguien que me dijera cómo debía de levantar mi cabeza. Nunca hubo una palabra de aliento o amor, y tuve que (una vez más) valerme de lo que mi propia mente producía. No imagino si alguna vez fue notorio que desde adentro me estaba quemando y ya no había espacio hacia donde extender el fuego ni hacia dónde desviar el humo.

Luego vino la calma, llegaron los días leves y de vuelos sin fin. Días de naves espaciales y de aventuras fuera de mí. Juegos, muchos y tardes de hablar tanto. Gracias por llamar y gracias por ayudarme. Compra cosas y paga otras, la vida no parecía tener mucho más. Así funcionó por un rato hasta que todo se detuvo. Y bastó un mes para pensar y replantear tantas cosas que antes habían pasado. Bastó un mes para detener la caída libre que volvía a emprender; sin mirar hacia atrás y sin medir las consecuencias que me esperaban más adelante.

Y me sentí orgulloso de eso, porque por fin dejé detrás los malos instantes y las malas experiencias. Sólo hacía falta volver a comenzar. Y pasó: desde cero, salí, miré, bebí y viví. Al tomar lo que quería, ya no me sentía atado a nada ni nadie. Y esa misma libertad me hacía sentir vacío cuando más; convertí mi libertad en libertinaje. Sólo era ver y tomar, sin pedir permiso, o aparentar pedirlo... Todo era solamente una fachada para hacerme pensar que actuaba justo como quería. Y después de todo, nada salió como esperaba.

Y luego llegaste, sólo así: llegaste. No te esperaba y, sinceramente, no te buscaba; sólo pasó. Y fué lo más lindo. La maravilla de no tener que rendir cuentas, de no tenerte sobre mis espaldas husmeando a quién llamo y a quién le escribo. Y sabes que los ojos que me diste me llevaban a volar más lejos de lo que había llegado jamás. Y ni siquiera te fijaste en lo poco que tenía que ofrecer, menos aún en lo que físicamente te podría dar. Y por eso fue que arrancaste la sonrisa más boba que podría dar de mí... Y cuando salió, ni siquiera te volteaste o alejaste, seguiste, te acercaste y me tomaste de la mano...

Y desde ese momento no te solté, y comencé a darte lo poco que tengo para dar; sin embargo, me enseñaste que cuánto no es más, que más caro no es mejor. Me mostraste que las cosas hechas con tus manos valen más que el oro del mundo. Y desde entonces fue que me prometí a mi mismo que no fallaría, no otra vez...

Es por eso que ahora yo te reto, te reto a sentir lo que yo siento, te reto a sacarme un "te amo" que te haga suspirar, te reto a que me digas que soy el amor de tu vida y te reto a que quieras estar conmigo el resto de la vida. Es un reto real, es un reto que te hará pensar, es un reto que te hará quizás llorar. Pero recuerda que cuando lloras por alguien que está para secar tus lágrimas, vale la pena llorar. Te estoy retando a que te enamores de mí, no que me quieras, no que me recuerdes; te estoy retando a que me vivas, a que me extrañes y me mates cuando no estoy contigo, te reto a que me odies por no estar cerca de ti y te reto a que detestes tener un recuerdo mío cuando no esté al lado tuyo. Te reto a que me hagas decirte que te amo; te reto a que sientas que me amas...

Uno nunca sabe...

3.9.09

Adivina...

Cuando llegamos a malos momentos y generalizamos el comportamiento de la gente, todo está mal. Cuando llego de noche a casa y te marco, muchas veces estás somnolienta y no crees lo que digo. Cuando me duele algo que no puedo sentir en mi carne, escribo y escribo hasta sangrar de los dedos. Cuando no te tengo cerca, cierro los ojos y puedo verte allí, dentro de mi cabeza.

Hoy me desconecté, sólamente pisé el botón de pausa y tiré del delgado cordón que me mantiene sin perder piso aquí. Fui a la luna, comí un trocito de ella; sabía más salado de lo que imaginé, pero no fue malo del todo. Luego regresé y quise ir al fondo del mar, pensé que no tendría nada de malo, pero ahora sé que hasta allá abajo hay olores que uno no llega a soportar. Luego, sin conectarme de regreso a la realidad, te seguí; fui tras tu rastro radiante que me emboba como nada, pensé en atarme de nuevo a lo que me fija al piso. No lo hice. Preferí continuar el vuelo y hablarte...

Y entonces fue que comencé a abrir mi corazón, hablé, hablé y hablé. Dejé salir lo que hace mucho nadie escuchaba. Y te dije más y más, no hay duda que hubo algún momento en que quizás hasta levantaste la mano para decir algo que querías (o debías), y me limité a seguir. Dije querer a alguien que me quiera, dije sentir algo que pensé haber olvidado cómo se sentía, dije y dije... Y con cada palabra me sentía mejor y menos mal. Te dije lo que espero y quiero, te dije que busco alguien que me quiera y me comprenda y.... adivina... esa persona eres tú...

Uno nunca sabe...